Fisuras informativas en Corea del Norte

Cambios recientes en la circulación de información y entretenimiento en Pyongyang

Posted by Dani Madrid-Morales on January 25, 2017

Desde que visité Corea del Norte hace algo más de un año, he estado siguiendo con atención lo que ocurre en el sector de los medios. Con Bolin Cao estamos trabajando en un estudio sobre cómo el turismo puede afectar la manera como la gente percibe a Corea del Norte. Además, el libro Comunicación y Poder que he estado editando y pronto publicaremos con Oberta Publishing, incluye abundante información sobre Corea del Norte. Mientras revisaba el texto, que ha escrito Jairo Mejía, ex corresponsal de EFE en Seúl, he ido recopilando algunas ideas sobre los cambios recientes en los medios de comunicación norcoreanos, sobre todo desde la llegada al poder de Kim Jong-un y la imparable digitalización--que hace mucho más difícil mantener cerrados los flujos informativos. Corea del Norte tiene un sistema de medios de comunicación cerrado, con un puñado de medios oficiales que repiten propaganda sin parar: el periódico Rodong Sinmun (로동신문), la agencia de noticias KCNA (조선통신) y las emisoras de radio y televisión, incluída la versión en español, que forma parte del aparato de propaganda exterior del régimen. Alguien colgó no hace mucho una grabación de ocho horas de la televisión norcoreana. La verdad es que, si se tiene la paciencia para verla, es muy ilustradora de lo que el Departamento de Propaganda y Agitación, que es quien supervisa el trabajo ideológico en Corea del Norte, "da de comer" a los ciudadanos.

Un día en la vida de... la televisión norcoreana, la KCTV.

Estos medios tenían un monopolio de la información real hasta hace unos pocos años. Hoy en día, son múltiples las fuentes que aseguran que los norcoreanos consiguen acceder a información alternativa. Esto no hubiera sido posible sin la irrupción de las tecnología digitales. Corea del Norte no está al borde una primavera revolucionaria y nada parece apuntar que el régimen esté en crisis de legitimidad (aunque hoy precisamente he leído que el ex embajador norcoreano en Londres, ahora fugado a Corea del Sur, opina lo contrario), pero desde un punto de vista comunicativo parece fascinante ver cómo Pyongyang intenta, al mismo tiempo, desarrollar tecnología digital autóctona, incorporar las viejas tácticas de propaganda a la nueva tecnología y colaborar con régimenes pseudo-democráticos (China, Tailanda, Egipto) para implantar mecanismos de control sobre estos nuevos medios. Normalmente al hablar de medios de comunicación en Corea del Norte se recurre a los mismos temas: la "intranet" doméstica Gwangmyeong (광명), que técnicamente no es una intranet; la telefonía móvil legal, Koryolink, y la ilegal; los USB de contrabando que llegan desde China y Corea del Sur... Siendo todos estos fenómenos muy interesantes de analizar, hay tres elementos que no reciben tanta atención y, no obstante, dicen mucho de lo que está pasando en lo relativo a la creación, distribución y consumo de información y ocio en el país.

La nueva tecnología no rompe el monopolio informativo, pero lo resquebraja

Las nuevas tecnologías han permitido que nazcan proyectos de periodismo crítico, como es el caso de la revista Rimjin-gang (림진강), una publicación editada en Japón por la editorial Asia Press y que se vale de periodistas-ciudadanos norcoreanos para informar de forma clandestina de lo que sucede dentro del país. A través del uso de cámaras ocultas y teléfonos móviles, la revista ha conseguido mostrar imágenes del hambre y el desencanto con el gobierno. En un esfuerzo por dar una aparente imagen de apertura, en 2012 Pyongyang autorizó la apertura de la primera oficina de una agencia de noticias norteamericana en el país, Associated Press (AP), y en 2016 también abrió sede la frances AFP. La mayor presencia de periodistas y ojos críticos con el régimen, no obstante, apenas ha conseguido perturbar el dominio que Corea del Norte ejerce sobre la agenda informativa, tanto de sus contenidos como del tempo de difusión. Un ejemplo ilustrativo es la noticia del desplome de un edificio residencial en 2014 donde vivían un centenar de familias. Cinco días después del derrumbe, la KCNA informó del caso en un gesto inusual de reconocimiento público de un accidente. La difusión de la noticia es en sí un hecho relevante para la propaganda norcoreana. Sin embargo, el hecho de que la KCNA tardara cinco días en dar la noticia y que no diera apenas información sobre qué había ocurrido demuestra que, con todos los cambios en la circulación de información desde la llegada de Kim Jong-un al poder, es el Departamento de Propaganda y Agitación quien sigue en control.

Los medios tradicionales, como
                    la prensa, siguen siendo los más influyentes. Leyendo el Rodong Sinmun en una estación de metro de Pyongyang.

Innovación tecnológica para reforzar la vieja propaganda

Teniendo en cuenta el limitado acceso a internet en Corea del Norte, no deja de llamar la atención los múltiples proyectos relacionados con internet en los que ha participado el régimen norcoreano. En 2007, por ejemplo, colaboró con una empresa china con sede en la ciudad norteña de Shenyang para abrir la primera tienda online, a la que llamó Chollima (천리마그룹). A principios de 2010 la página cerró. Ese mismo año nació Uriminzokkiri (우리민족끼리), traducible como “Sólo nuestra raza”, un sitio web hospedado en China y que distribuye propaganda norcoreana (algo más sofisticada que el resto de medios tradicionales) en varias redes sociales, incluido Twitter y YouTube. Más recientemente, en 2016, la KCTV anunció la puesta en funcionamiento de un servicio de televisión a la carta por internet llamado Manbang (만방), lo que se traduciría en español como “En todos lados”. Según el reportaje de la televisión pública en donde se hizo el anuncio, el sistema permitiría ver televisión en directo, ver programas en diferido y navegar la intranet. A estos, habría que añadir los proyectos que lidera el Centro de Computación de Corea (조선콤퓨터쎈터), fundado en octubre de 1990 que no sólo el principal centro de investigación sobre tecnologías de la información sino que también es la institución responsable de controlar la mal llamada "intranet". EL CCC ha desarrollado un sistema operativo propio, basado en Linux, un navegador y en 2013 dio a conocer una tableta, llamada Samjiyon (삼지연), que funciona con el sistema operativo Android, y que incorpora un navegador que permite surfear por la intranet. Entre las aplicaciones preinstaladas en la tableta están las obras completas de Kim Jong-il y Kim Il-Sung. Lo cuenta un estadounidense, Will Scott, que ha dado clases de ingeniería informática en Pyongyang. El desarrollo tecnológico y su promoción es una parte esencial de la propaganda norcoreana. Todos estos avances parecen indicar un cierto nivel de sofisticación del aparato propagandístico norcoreano. Al mismo tiempo, vienen a confirmar la voluntad del régimen de mantener un control inflexible de la información. Hasta el momento, Corea del Norte ha conseguido mantenerse ajena a la revolución de internet, pero al mismo tiempo está presenciando como su capacidad de controlar los flujos de información y entretenimiento provenientes del extranjero se va erosionando más rápidamente de lo que pueda parecer.

Hasta el momento, Corea del Norte ha conseguido mantenerse ajena a la revolución de internet, pero al mismo tiempo está presenciando como su capacidad de controlar los flujos de información se va erosionando.

La vigilancia y el control de la población siguen muy presentes

Para la mayoría de la población la los teléfonos móviles, y cada vez son más visibles han transformado una parte considerable de su día a día. Les permite acceder a información de servicio (pronóstico del tiempo, horario de trenes…) y abre las puertas a nuevas formas de socialización hasta hace unos años inimaginables en la rígida estructura social norcoreana. Y, aunque la nueva tecnología está lejos de ser usada con fines políticos o de subversión del régimen, varias organizaciones internacionales apuntan que desde el ascenso de Kim Jong-un al poder, ha aumentado la persecución de los que usan las tecnologías digitales con fines no aprobados por el régimen: hablar de forma no autorizada con Corea del Sur, participar en la economía sumergida, acceder a información del extranjero y consumir entretenimiento de otros países. Para acabar con estas prácticas el régimen ha creado unidades específicas en los servicios de inteligencia—las más conocidas son la “Unidad 27” y el “Grupo 109”— para perseguir las comunicaciones ilegítimas. Además, y a pesar de las sanciones que pesan sobre Corea del Norte, el régimen ha adquirido y desarrollado tecnología capaz de bloquear parte de las comunicaciones móviles en la frontera. También dispone del know-how para interceptar y monitorear las llamadas y los mensajes de texto. Aquellos a los que el régimen caza infringiendo las normas se arriesgan a penas de prisión, trabajos forzados, estadas en campos de concentración y, en casos extremos, a la pena de muerte. La doble incógnita que surge ante la proliferación de las nuevas tecnologías digitales en un país herméticamente cerrado durante décadas a la información del exterior, es hasta cuando el régimen podrá mantener el control del grifo y qué consecuencias tendrá a largo plazo el acceso de la población a un universo informativo alternativo.

Fuentes